Es el más famoso de los luchadores en México y ha sido referido como "una leyenda" del cine de culto. Su carrera en la lucha libre duró casi cuatro décadas, durante las cuales se convirtió en un héroe popular y un símbolo de la justicia para las personas, ya que su personaje trascendió el ámbito de la lucha libre y se transformó en una especie de superhéroe al lograr un manejo muy hábil de su imagen en diversos medios masivos, de modo que se transformó en héroe de historieta con la publicación semanal editada por José G. Cruz, de ahí saltó al cine, donde protagonizó 52 largometrajes de enorme éxito en taquilla no sólo en México, sino en gran parte de América Latina, España y algunos lugares tan distantes como Líbano o Turquía.
El género de luchadores fue inaugurado en 1952 por otro luchador profesional enmascarado,"El Médico asesino", en una película cuyo título fue, irónicamente, "El Enmascarado de Plata"; fue hasta 1958 cuando Santo se convirtió en personaje de cine, logrando un éxito arrollador puesto que venía precedido por el éxito logrado en la historieta que se publicaba desde 1952. Otras figuras del cuadrilátero como Huracán Ramírez, Blue Demon y Mil Máscaras también incursionaron en el cine, pero nunca tuvieron el arrastre de Santo, a quien podemos considerar el primer gran producto mercadológico surgido de la lucha libre. Después del fallecimiento de Rodolfo Guzmán, uno de sus hijos, Jorge Guzmán Rodríguez, adoptó la máscara de su progenitor, dándose a conocer como "El Hijo del Santo".
A partir de 1952, el artista y editor José Guadalupe Cruz comenzó a publicar la historieta Santo, el Enmascarado de Plata, convirtiéndolo en el primer personaje luchador de la historieta mexicana, cosa que también hicieron Black Shadow, Huracán Ramírez, El Solitario y Tinieblas, usando la misma técnica creada por José G. Cruz (color sepia y fotomontaje en fondos dibujados). La historieta se publicó hasta los años ochenta. En los primeros años era el propio luchador quien posaba para las fotos de la historieta, pero luego de unos años (y algunos problemas legales) fue sustituido por Héctor Pliego, Míster México 1969, y el personaje se tuvo que diferenciar del original sin emplear mallas y sumando una "S" sobre un círculo negro en la frente de la máscara.
En los finales de los años 50 Fernando Osés, luchador y actor, invitó a Guzmán a trabajar en películas, propuesta que aceptó, aunque sin abandonar su carrera en la lucha libre, compaginando ambas actividades. Fernando Osés y Enrique Zambrano escribieron libretos para las dos primeras películas de Santo, Santo contra el Cerebro del Mal y Santo contra los Hombres Infernales, ambas estrenadas en 1958, y dirigidas por Joselito Rodríguez. La filmación se llevó a cabo en Cuba, y el rodaje terminó un día antes que Fidel Castro entrara en La Habana y declarase la victoria de la revolución cubana.
Aun cuando ambas películas tenían un bajo presupuesto y fueron altamente improvisadas, tuvieron gran aceptación por parte del pueblo mexicano y se convirtieron rápidamente en éxitos de taquilla, abriendo camino para más películas de Santo.
El estilo de estas películas fue esencialmente el mismo durante las 52 películas que protagonizó, con argumentos donde actuaba como superhéroe luchando contra criaturas sobrenaturales, científicos locos o el crimen organizado. Contaban con un tono similar a las películas y series de televisión clase B de los EE.UU. (B-movies fueron las películas que se caracterizaron por un muy bajo presupuesto y argumentos fantásticos, en la década de los 60), quizás muy similar a la serie de Batman de 1960.
Aunque las tentativas de crear un estilo de horror gótico generalmente se consideraron menos que acertadas, y la película se considera más como una comedia (involuntaria) que un filme de horror en la actualidad, éste fue un enorme éxito en taquilla, y se exportó a muchos países. En ciertos círculos de Europa las películas del Santo fueron consideradas verdaderas "joyas" de un supuesto "cine surrealista mexicano", junto con las películas del célebre actor y director Juan Orol; pues suponen que la ingenuidad y el extremo descuido con que son facturadas son algo totalmente intencional.
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